Paulo
Freire es un pensador comprometido con la vida, no piensa en ideas abstractas,
sino que piensa partiendo de la existencia concreta. Su proyecto educativo, que
parte de la praxis, apunta a crear humanización, a liberar al hombre de todo
aquello que no lo deja ser verdaderamente persona en igualdad de posibilidades.
Es
consciente de que la sociedad que le toca vivir posee una dinámica estructural
que conduce a la dominación de las conciencias, lo que se traduce en una pedagogía
que responde a los intereses de las clases dominantes.
Los
métodos que esta pedagogía utiliza no pueden servir a la liberación de los oprimidos,
sino que más bien pretenden impartir entre éstos, la ley del temor. Llega a
decir que la educación existente era encargada de vaciar conocimientos al individuo,
donde este es un simple depósito de ella (educación bancaria), frente a esta
situación reacciona afirmando la necesidad de la humanización del oprimido que
debe partir desde él mismo, es decir, es el propio oprimido quien debe buscar
los caminos de su liberación, ya que ésta no puede venir de aquellos que lo
mantienen en esta situación.
"Si
admitiéramos que la deshumanización es vocación histórica de los hombres, nada
nos quedaría por hacer..., la lucha por la liberación por el trabajo libre, por
la desalienación, por la afirmación de los hombres como personas, no tendría
significación alguna. Ésta solamente es posible porque la deshumanización,
aunque siendo un hecho concreto en la historia, no es, sin embargo, un destino
dado, sino resultado de un orden injusto que genera la violencia de los
opresores y consecuentemente el ser menos" .
Freire
es muy claro en plantear que la situación de deshumanización que vive el hombre
actual no es la verdadera vocación a la que está llamado. Su vocación es la de
la humanización y ésta debe ser conquistada a través de una praxis que lo
libere de su condición actual. "Ahí radica la gran tarea humanista e
histórica de los oprimidos: liberarse a sí mismos y liberar a los opresores.
...sólo el poder que renace de la debilidad de los oprimidos será lo suficientemente
fuerte para liberar a ambos". La liberación necesaria que logre humanizar
al hombre, no caerá desde el cielo, sino que, necesariamente, será fruto del
esfuerzo humano por lograrla. En esta perspectiva es en la que Freire plantea
su proyecto educativo basado en la praxis concreta y transformadora de la
realidad.
Por
tanto plantea que la pedagogía del oprimido es aquella que debe ser elaborada
por el propio oprimido, ya que la práctica de la libertad sólo puede encontrar
adecuada expresión en una pedagogía en que el oprimido tenga la condición de
descubrirse y conquistarse, en forma reflexiva, como sujeto de su propio
destino histórico.
"La pedagogía del
oprimido, como pedagogía humanista y liberadora tendrá, pues, dos momentos
distintos aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van
desvelando el mundo de la opresión y se van comprometiendo, en la praxis, con
su transformación, y, el segundo, en que, una vez transformada la realidad opresora,
esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los
hombres en proceso de permanente liberación"
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